Como pobladores del sur de Madrid, nos encanta ver cómo se van abriendo más y más locales hamburgueseros en nuestra zona, para, así, no tener que depender tanto de "viajar" a la gran ciudad cada vez que nos queremos zampar una buena carne emparedada. Pero claro, tanta apertura conlleva a experiencias irregulares, gratas sorpresas y grandes decepciones. Desafortunadamente, la review que estás leyendo [spoiler alert] trata sobre esta última opcion.
Hace un tiempo que, en Fuenlabrada, abrió Bandido's, que ofrece unas smash burgers de calidad y trayendo a la localidad este boom que ya ha explotado en diversos lugares. Comenzaron tímidos, pero seguros, con opiniones bastante positivas de gente cercana. Abrieron su segundo local y se atrevieron a inaugurar un tercero en el propio Madrid. Todo esto amparado por una presencia en redes cada vez más enorme, contando con grandes influencers que alaban sus creaciones y que mueren cada vez que hacen una visita.
Con todo esto y con las red flags hondeando fuerte, nos aventuramos a cruzar las puertas de ese segundo establecimiento que abrieron, grande, con mucho espacio y una decoración austera, más propia de un local de copas que de una hambuguesería, aunque para gustos, colores. Nos ponemos a hojear la carta y comprobamos que hay, aparte de unos cuantos entrantes, perritos calientes, etc., dos secciones de hamburguesas, las "normales" y las premium, que destacan por ofrecer, entre otras cosas, panes más "adecuados" para degustarlas, eso sí, con un incremento considerable del precio. A nosotros, como nos gusta probar lo más sencillo en nuestras primeras incursiones, nos animaron las combinaciones más clásicas.
No sin antes apretarnos unos nachos (11.9 €), por aquello de hacer hambre. Cuando nos llega la sartén con esos totopos circulares, directamente de una bolsa, bañados en queso líquido recalentado, un guacamole demasiado ácido para nuestro gusto, salsa taquera de sobre y cuatro rajas de jalapeños encurtidos, casi nos da un pasmo.
Sabemos que los nachos suelen ser el plato más rentable para un restaurante, tanto por la facilidad de montaje, como por el precio de sus ingredientes, pero este desastre fue tal, que todavía nos estamos recuperando. Falta de cariño para un entrante que no aporta mucho más que la cantidad para llenar el estomago, debería ser revisado por sus responsables, porque no se corresponde con los estándares de un local que quiere caracterizarse por la calidad que ofrece.
Despues de esto, pasamos a las hamburguesas, comenzando por la Cheese bacon (11.9 €), que contiene dos discos de carne muy bien aplastados, con un Maillard de foto, pero que carecen de sabor, secos y sin ninguna gracia. Acompañando, un bacon recalentado, que quiere estar pasado y crujiente, pero se queda correoso y un queso fundido que, a duras penas, ofrece una cremosidad que tape la falta de jugosidad de la carnaza. Además, la salsa que baña, de forma discreta, el interior, tampoco cumple con una funcion básica de lubricación en la mordida.
El panecillo, publicitado como brioche de patata, cumple con la incongruencia de su descripción, resultando demasiado dulce y apelmazado para una burger ya de por sí complicada de zampar; hasta tal punto, que fueron varios los componentes de la mesa que no se la acabaron, por aburrimiento.
Esto mismo pasó con la Classic (11.9 €), que incluye verduras en detrimento de bacon y que, a pesar de la frescura que puedan aportar, continúa con un declive hamburguesero que no sabemos explicar.
Sí, en la foto, el caramelízado de la carne es espectacular, pero como hemos comprobado muchas veces, al final una hamburguesa es para comérsela y si el gusto no acompaña, no compensa ese punto y es preferible, al menos para nosotros, que no sea una smash tan canónica si, con ello, vamos a gozar hasta el último bocado. Pero claro, nosotros sólo somos unos raros.
Si os fijáis bien, la carne gotea grasa, quizás porque la mecla o blend la incluye en exceso, otro error, porque eso provoca un gusto extraño, al haberse cocinado a una temperatura muy alta y como resultado, el sabor, de por sí escaso, se enturbia. No entramos en la procedencia de la misma, porque es meterse en un jardín.
Otra incongruencia son las patatas fritas que acompañan, congeladas, por supuesto y de tipo dip, es decir, apropiadas para remojar en una salsa ¡que no estaba por ningún sitio! Secas y cocidas en demasía, tampoco se pueden salvar mucho.
En definitiva y según hemos podido contrastar con amigos, estas hamburguesas que probamos son como "de segunda", guardándose el pan adecuado y muchas cosas más para las burgers especiales o premium. Un punto en el que estamos en desacuerdo, ya que, por intentar abaratar costes, se ofrece al comensal una experiencia irregular y un tanto decepcionante. Es por todo esto que nuestra primera visita a Bandido's nos dejó un poco fríos y con una digestion pésima, muestras de que algo no funciona bien en las entrañas de esas cocinas. Nos encontramos con unas hamburguesas para foto algo decepcionantes al gusto. Una lástima, porque nos consta que tuvieron una muy buena época, pero quiz´as la búsqueda e inversión en éxito, les está pasando factura.
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