The Basque, ese local que conocimos en su mejor y su peor versión, hasta que cerró, se ha transformado, traspaso mediante, en un lugar donde el bebercio tiene el protagonismo hasta en la comida. Y es que en La tinta, todo gira en torno a la bebida, hasta tal punto que su carta se compone de una especie de maridaje de, por ejemplo, cerveza o Jäggermiester, donde los platos incluyen estas bebidas y las mismas se versionan en forma de cocktails o variedades específicas. Podemos elegir platos sueltos o elegir "combos" en los que no nos tenemos que preocupar nada más que de disfrutar con todas las sugerencias del chef.
Pero no sólo esto ha cambiado. Y es que el espacio también ha recibido un cambio muy necesitado, aunque conservando la esencia de otros tiempos. Ahora todo tiene más luz, mesas bonitas y una decoración ochentera bastante curiosa.
Ante estas posibilidades, nos dejamos hacer y nos pusimos en las manos del servicio con el menú cervecero/hamburguesero, que regamos con una Malquerida, a base de flor de Jamaica. Así nos llegaron las brochetas de pollo, de tamaño satay, con salsa teriyaki de cerveza y gelatina de la misma bebida. Con muy buena textura y sabor, es obligarotio mezclarlo todo para descubrir lo bien que conjugan todos los elementos en boca. Empezamos muy bien con este platazo realmente soprendente.
Ahora nos llega la hamburguesa curiosa de la visita, que todavía están probando y que nos permitió, una vez más, ejercer de conejillos de indias. Se trata de una burger con gambas y cebolla, todo rebozado, con una salsa cremosa de aguacate para darle más sabor y poco más. Eso sí, el pan de cerveza que abraza todos los ingredientes, bien tostado, da el punto amargo a un conjunto que no dejará indiferente a nadie.
Por otro lado tenemos la hamburguesa "habitual", con carne formada en un 80% ternera y 20% cerdo, un poco más apelmazada de lo que nos gustaría y muy finita que no logra estar a la altura del bacon glaseado con cerveza, la crema de 4 quesos y la mayonesa de tomillo que adereza el conjunto.
Como decimos, aunque el resultado global es más que interesante, esa carne hace desmerecer la sensación general, debido a un picado excesivo que hace que la circulación del calor por su interior sea muy complicada.
Como acompañamiento tenemos unas patatas fritas congeladas, aunque bien aderezadas que, sin ser una locura, se dejan comer o más bien, remojar en las salsas que se escurren de nuestra carnaza emparedada.
Y no podía faltar el postre a base de cerveza, que en este caso se presenta en forma de granizado de IPA, con un poquito de leche condensada que, si bien al principio puede resultar insípido, según lo vamos consumiendo, vamos notando el sabor del lúpulo, sin que nos llegue a margar. Original postre que nunca se nos habría ocurrido pedir y que nos saco una sonrisa.
En definitiva, los recuerdos que se esconden tras la mano de pintura de este nuevo La tinta quedan atrás gracias a una propuesta original y muy divertida que pinta muy bien y que, si se cuida el concepto y se sabe evolucionar bien, tendrá bastante éxito, ya que ofrece propuestas la mar de interesantes, que mezclan bebidas de consumo habitual, pero con un giro adecuado para ser disfrutadas en solitario con unas viandas que rozan la gloria, aunque fallen en algunos detalles.
PRECIO DEL MENÚ HAMBURGUESERO: 26 €
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