Hacía ya mucho tiempo que seguíamos a Redline en nuestras redes, ya que muestran la imagen que más nos gusta para un local de smash burgers. Ese rollo callejero del que tanto hablamos, composición simple en la decoración y un gran logo. Vamos, si no fuera por esa hamburguesa con patas, pensaríamos que estamos ante una copia de Five Guys. Más allá de eso, también hemos podido comprobar cómo han evolucionado en sus creaciones desde que entraron en nuestro radar y por eso se convirtieron en la excusa perfecta para aprovechar un viaje rápido a Alicante.
De sus dos ubicaciones, nos decantamos por la más reciente, la de Alicante centro. Se trata de un local pequeño, con apenas un puñado de sillas altas para comer y una pequeña terraza. Las paredes están desnudas y todo se focaliza el lugar de pedidos. Las opciones son, como debe ser, pocas y se reducen a tres o cuatro burgers, patatas fritas y otro side y bebidas. Todo con precios aceptables, aunque las burgers vienen sin acompañamiento alguno.
Empezamos con el crunchy chicken, es decir, unas tiras de pollo con rebozado de corn flakes súper crujiente y acompañado de una salsa sweet chili picante. Ricos y jugosos, quizás tienen la única pega de ser tres unidades por una ración, algo que se queda algo escaso para compartir, por mucho que nos vendan que es un acompañamiento y no un entrante. Una pena, porque están tan ricos, que una tira más, al menos, nos habría dejado con una sensación más justa.
Lo de las hamburguesas es otra historia. Servido todo en una bolsa to-go, al abrirla descubrimos nuestras queridas bolas de papel de aluminio, donde sucede la magia hamburguesera que tanto nos gusta. Como primer bocado tenemos la Miss Patty. No es un Patty melt, como podríamos pensar, sino una especie de Oklahoma burger (lo de los nombres contradictorios es así). Doble de carne smasheada con la cebolla, que se cocina en la propia grasa de la misma; y montada con doble de queso fundido a las mil maravillas. Como resultado tenemos una mordida jugosa y ligera, debido, también a un pan que vemos en otros lugares míticos como Big Twins o Umbrella.
La carne, la eterna protagonista, se presenta en todas las opciones con una costra espectacular a la vista, aunque algo irregular, pudiendo encontrar un patty bien cocinado y el otro como un filete ruso. Además, en cocina se practica la técnica single-side, resultando el efecto Maillard solo en una cara de los discos de carnaza, algo que no nos acaba de convencer.
Por lado cayó la Classic, que, como su propio nombre indica, es la versión más mítica de una burger. Con doble de carne, queso, pepinillos, cebolla, ketchup y mostaza; encontramos aquí las mismas luces y sombras, con una carne bastante jugosa y un caramelizado que nos podría haber erizado el pelo.
No nos entendáis mal, estas burgers están de muerte, pero claro, tenemos que ser exigentes y buscar la perfección, igual que, se supone, los locales que conocemos. Mención aparte tiene el queso, americano, muy cremoso y que nada tiene que ver con un Cheddar al uso. Un diez para este ingrediente.
Como colofón, cayó una Redline, con bacon y salsa de la casa; y de nuevo encontramos, esta vez de forma más evidente, una costra casi inexistente, como si se hubiese cocinado con prisas y eso que estábamos solos en el local, lo cual nos dio cierta pena. Por lo demás, la sensación de zamparnos una bacon cheeseburger de las de toda la vida estuvo ahí y si obviamos el detalle de la plancha, tenemos una de las hamburguesas que más hemos probado en nuestra trayectoria, que ya es mucho decir.
Como decíamos al principio, las burgers se sirven sin acompañamientos, así que, también, nos pedimos unas patatas fritas con sal, en ración aceptable, cortadas en bastones muy finitos y caserísimas. Muy ricas, nos encantó ver cómo se cuidan ciertos detalles como este, que elevan un poquito más la experiencia.
En definitiva, Redline está bien, está muy bien y si te dejas llevar por la estética de la marca y la simpatía de sus empleados, el gusto de la comida subirá. Aunque falta un poco más de técnica en la plancha y ese Maillard se tiene que dominar del todo, en términos generales estamos ante un gran lugar hamburguesero, que se establece como competidor directo de los grandes nombres que están floreciendo por el levante patrio.
PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA
1 REFRESCO: 2 €
1 AGUA: 1.9 €
1 PATATAS FRITAS: 2.9 €
CRUNCHY CHICKEN: 5.9 €
1 MISS PATTY: 8.5 €
1 CLASSIC BURGER: 7.9 €
1 REDLINE BURGER: 8.9 €
TOTAL: 36 €
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