Ya ha pasado mucho tiempo desde nuestra última visita a Tates y un poco más desde que lo conocimos por primera vez, antes de mutar a su imagen actual, por lo que, aprovechando que caminábamos por el Paseo de la Castellana, nos animamos a llenar nuestros estómagos con la excusa de probar su menú del día.
No olvidemos que estamos ante restaurantes pertenecientes a una franquicia con 13 establecimientos en Madrid nada que ver con lo que conocíamos anteriormente. De hecho, hasta su nombre ha cambiado ligeramente, perdiendo ese apóstrofe que marcaba un nombre más americano que patrio, lo que, al fin y al cabo, identifica a esta marca, donde, según nos dicen, se comen hamburguesas en "versión española". Dicho esto, poco hay que decir de su decoración, que sigue a medio camino entre la de sus inicios, con carreteras y circuitos de Fórmula 1, mezclado con esas maderas y estilos granjeros que se conjugan caminando en una fina línea que marca el criterio de sus creadores.
Respecto a su carta, sigue con combinaciones interesantes y precios razonables, aunque algo ha cambiado, ya que ahora vemos, con sorpresa, el logo de La Finca, que, dicen, aporta calidad, pero que ahora veremos, no es del todo cierto. Además, cuentan dos menús diarios muy interesantes. Nosotros nos fuimos a por el más económico, planteando una experiencia de compartir que nos salió medianamente bien.
Empezamos con una ensalada Caponata o lo que es lo mismo, lechuga, pollo a la brasa, pasas, tomate, salsa rosa y manzana, aunque esta última, al menos en la versión de menú, brilla por su ausencia. Mucha lechuga, poco pollo y alguna que otra pasa en un plato que no sabemos si en su versión "de carta" tendrá más presencia. Sin más.
Después probamos las croquetas con hummus, aunque nos les quedaba este ingrediente, así las comimos "a pelo". Lo peor se lo lleva la grasa, omnipresente aquí por culpa de un frito en aceite bajo de temperatura, lo que hace que el producto se impregne cual esponja y demostrando el congelado del mismo. A pesar de eso, la bechamel es correcta, aunque echamos de menos algo del sabor de ese jamón ibérico que nos prometen.
Por no repetir, nos aventuramos con el Perrito gigante Tates, que aquí sí que parece el mismo que el de la carta, con una salchicha que es más una butifarra, lo que le otorga un punto que le quita el exceso de lechuga. Además, acompaña un buen chorro de mayonesa, cebolla frita y pepinillos, todo envuelto en un pan que quiere emular al mollete de las burgers, aunque más correoso. Un conjunto que no está mal, aunque no os va a volver locos.
Y le llega el turno a la hamburguesa, concretamente la que recibe el mismo nombre que la franquicia, con carne de La Finca que, aunque nos dicen que es rosada, nosotros la vemos más bien blanca, queso Edam, tomate, canónigos y cebolla pochada. Si queréis que tenga bacon, la tendréis que pedir de 200 gramos y no la versión de 180 que incluye este menú, así están las cosas.
La carne, la gran protagonista, aquí se lleva todo lo malo, aunque se le presuponga una calidad máxima, le encontramos los mismos puntos negativos que en otros establecimientos con este proveedor. Estamos ante un patty soso, muy soso, pero lo más preocupante es que volvemos a ver, con cierto miedo, una textura gelatinosa, como si el proceso de ultracongelado que sufre esta carne hubiese sufrido algún problema. A pesar de respetar el punto que solicitamos, nos da la sensación de no estar comiendo nada y la carencia de sabor es preocupante. En cambio, el queso, aunque sin la potencia necesaria, viene bien fundido y se erige como ganador de la batalla de gustos.
El pan, de tipo mollete de Antequera y pasado un poco por la parrilla de gas que tienen en cocina, es más tierno que antes, aguantando sin desmoronarse y aportando un toque interesante a la mordida, ¡aquí sí que han mejorado! Pero el contrapunto son las patatas que acompañan a todas las burgers, cortadas ahora al estilo panadero y en buena ración, pero con un exceso de grasa llamativo y encima sin nada de sal. Es una pena, porque están proyectadas para ser la bomba y se quedan en poca cosa.
Como en el menú entraba el postre, nos animamos con el brownie de chocolate, con una gran bola de helado, muy cremoso, aunque con alguna cristalización propia de no haber respetado la cadena del frío. Está bien, pero sin ser ninguna maravilla.
En definitiva, parece que en Tates se han preocupado más por la imagen de la franquicia, dejando de lado algunos detalles que habían logrado y que han sacrificado. No todo es marca ni prestigio y aquí el movimiento de ofrecer carne de La Finca ha jugado en contra de un concepto que, en su día, era atractivo, pero que ha bajado por culpa de unas elecciones ciertamente erróneas.
PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA
2 MENÚS DEL DÍA: 23 €
Comentarios
yo no mas... gracias
Añadir nuevo comentario